GRAN CONCURSO / ENCUESTA PEÓN DE REY sobre LAS TABLAS
Queremos conocer el sentir de los aficionados sobre esta cuestión, y para ello lanzamos el pasado mes de febrero en PDR-139 una gran encuesta / concurso en Peón de Rey. Han participado más de 200 lectores PDR y los resultados saldrán publicados en el número de mayo.
Las tablas, el eterno debate
Por el GM Miguel Illescas
El encuentro de Londres nos dejó doce empates en doce partidas, algo inédito en una final del Campeonato del Mundo de ajedrez. Mucha lucha, pero pocas oportunidades de desequilibrar el juego. Los aficionados y la prensa se desesperaban: tablas, tablas y más tablas… ¿Se puede imaginar el fútbol sin goles?
¿Es el ajedrez moderno demasiado perfecto?
El debate no es nuevo. Ya Capablanca –en una declaración que hoy puede parecer ingenua– denunció el agotamiento del ajedrez, a causa del intenso desarrollo de la teoría de aperturas. ¡Poco imaginaba Capa cuánta vida había más allá de la Española o el Gambito de Dama!
El “ministro” de Capablanca
El cubano propuso introducir una nueva pieza –el ministro– que combinaría el movimiento de alfil y caballo. Hace muchos años lo probé con un amigo. Recuerdo que cambié mi ministro por su dama, valorando que hacía un buen negocio. Mi rival era un aficionado de nivel medio, y supongo que yo no presté mucha atención, pero su ministro acabó haciendo estragos en mi posición: penetró como alfil para darme jaque como caballo, ¡una pesadilla!
Una forma sencilla de llevar la idea a la práctica, manteniendo el tablero de 8×8 y la posición inicial del ajedrez tradicional, es que cada jugador pudiera situar la nueva pieza en una casilla libre de la primera fila, en un momento de su elección. Con ello, se mantendría la esencia del ajedrez clásico, pero se revolucionaría totalmente la teoría de aperturas.
El ajedrez 960 de Bobby Fischer
Otra variante que probé fue el Fischer Random o Ajedrez 960 (en referencia al número posible de combinaciones). Fue en una original sesión de simultáneas en Guadix: la mitad de las partidas se jugaron con la posición clásica, y la otra mitad con una posición sorteando la distribución de las piezas en la primera fila. Recuerdo que no me fue del todo mal, pero no me gustó la experiencia. Llámeme ortodoxo, pero tengo la sensación de que el juego pierde armonía al cambiar las piezas de sitio.
La anacrónica propuesta de tablas
Soy ortodoxo, pero no en todo. Una de las primeras medidas que opino la FIDE debería adoptar es desterrar de los torneos profesionales la oferta de tablas. Es algo exclusivo del ajedrez, y resulta inconcebible que esta opción se mantenga en un deporte que pretende ser espectáculo, especialmente cuando se paga una entrada –presencial o bien online– , como en el caso de un Mundial. Prohibir la oferta de tablas no plantea ningún problema de tipo práctico, y si dos maestros llegan a un aburrido final de tablas muertas, se miran a los ojos y repiten posiciones sin mayor problema.
Cierto que la medida anterior no evitaría que dos jugadores se pusieran de acuerdo antes de la partida: el fraude es inevitable en cualquier deporte, y debe combatirse con medidas específicas. Tampoco evitaría las tablas aburridas, fruto del excesivo desarrollo de la teoría de aperturas o del conservadurismo de los jugadores. Pero sí nos ahorraría espectáculos bochornosos, como el anticlímax vivido en la última partida de Londres.
Las tablas, un resultado respetable
No tengo nada contra las tablas luchadas, y soy contrario a penalizarlas de ninguna manera. En los torneos de Bilbao se quiso primar la victoria con tres puntos, pero no se obtuvo el efecto deseado. Más allá de los incentivos externos que se planteen (sean puntos, dinero o efectos en la clasificación), conviene recordar la esencia del ajedrez: el maestro tratará de hacer las mejores jugadas y buscará la victoria con ahínco, pero no querrá suicidarse si la probabilidad de éxito es mínima, por alto que sea el incentivo.
A DEBATE: la belleza de lo simple
Las tablas no son el problema, o al menos no todo el problema. Si el deporte moderno exige que cada día haya un ganador, busquemos el modo menos disruptivo de conseguirlo.
No me gusta la idea del torneo Norway Chess 2019. Bastante complicado es el ajedrez como para explicar que, si ganas la partida clásica sumas dos puntos, pero si haces tablas y ganas luego la rápida, sumas 1,5 y el rival 0,5. Si de lo que se trata es de animar los torneos y tener en cada ronda un ganador sería bueno que el sistema de puntuación fuera lo más simple posible: el vencedor suma un punto y el perdedor cero. Claro como el agua.
El factor tiempo
Una idea quizá demasiado radical sería que, en caso de tablas, el jugador que ha gastado menos tiempo se declara ganador a efectos de la clasificación (sería tablas para el cómputo del Elo). Nunca se ha planteado premiar al jugador más rápido, pero tiene sentido, pues logra el mismo resultado que el oponente en menos tiempo.
En línea con el razonamiento anterior, una idea más sofisticada sería en caso de tablas seguir jugando a ritmos cada vez más rápidos, con el tiempo restante, como se hace en el “Shogi” (ajedrez japonés). Podría fijarse la duración máxima de la jornada en 5 horas, por ejemplo, y que la partida clásica durase un máximo de 4 horas. En caso de tablas seguiría una semirrápida con 15 minutos, más el tiempo restante que cada jugador conservara. Luego un blitz de 5 minutos más el tiempo restante si lo hubiera, y así hasta lograr una partida decidida. El control del tiempo añadiría emoción en cada jugada, desde la primera hasta la última. Además, se podría compensar algo el efecto del color, haciendo que el jugador que llevara las blancas en la partida clásica jugara todas las rápidas con negras.
¿Se precisan dos reglamentos?
Obviamente, en torneos con pocos árbitros –o sin árbitros, como muchas competiciones por equipos– no vale lo anterior y habría que buscar fórmulas apropiadas. De entrada, no veo necesidad de hacer nada respecto a las tablas en los torneos amateur. Incluso veo razonable permitir la oferta de tablas: “Oye, creo que la tengo ganada, pero te ofrezco tablas, que llego tarde para cenar”. Quizá en los torneos abiertos se podría prohibir en los primeros tableros.
En todo caso, hace tiempo que defiendo la necesidad de tener dos reglamentos: el amateur y el profesional. Aparte del tema de las tablas, un ejemplo: la obligación de llegar exactamente a la hora de comienzo, no tiene sentido aplicarla a rajatabla en torneos de aficionados. O llevar encima el teléfono móvil: un aficionado puede tener la necesidad de estar localizable durante la partida; bastaría con castigar el uso indebido. Y un último ejemplo: hablar con otras personas durante la partida; el castigo no puede ser el mismo en un torneo de aficionados que en la Final de Candidatos.
Más información
- Descargar artículo original en PDF del GM Miguel Illescas publicado en Peón de Rey nº 138.
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Las tablas son inevitables, así como en el tenis, para eso existe el tiebreak, en donde el que hace 7 puntos con diferencia de dos, gana el set de turno, es decir no se deben satanizar las tablas son parte propia esencial de la lucha, pero sería simple e interesante que después de unas tablas oficiales con tiempo habitual de torneo de una hora,etc. Se decida seguidamente en un blitz normalmente de 5 minutos, en este caso el resultado sería poco probable de que termine en empate, y si termina, bueno fue parte de la lucha y se califica igual con medio punto la lucha entre esos dos contrincantes, no se puede desnaturalizar el juego con pedidos que rompen la esencia del ajedrez tampoco, creo yo.
Hola buenos dias. ¿Cómo se responde a la encuesta? ¿Vía mail?
Muchas gracias
Hola Juan:
Rellena este formulario: https://goo.gl/forms/N9uOXxmzensLm9Cw1
Saludos,
Peón de Rey
Pues lo dicho el ajedrez necesita más espectáculo.
Quitar el ofrecer tablas y dejar las que son parte del juego, ejemplo los jaques continuo, el ahogado, etc.
En cuanto al tiempo que no duren en total mas de 3 horas en profesional y 2 horas en aficionado.