Concurso PDR-115: Comparte tu Talento con PDR
Autora: Teresa Muñoz
Finalista.
Phili es un peón jubilado. Pese a ser de madera de ébano, sus años de experiencia han dibujado una grieta que empieza en su redonda cabeza y muere casi al final de sus faldas. Recuerda su primer día en el tablero, era mediados de siglo. El jugador, cigarro en mano, lo cogió de la caja y mientras sobrevolaba el tablero Phili rezaba: ‘Que no me toque el centro’ y aterrizó en una casilla blanca. Al cabo de poco, se dio cuenta de que tenía el relinchar del caballo detrás suyo y aliviado supo que estaba en b7.
Ese día ayudó a finachettar el alfil y fue una larga partida entre la niebla del humo del tabaco y el sosiego de los clubs de antaño. Su currículum se amplió con creces, jugó Sicilianas, Francesas, Petrovs, entre otras. Comió al paso e hizo dobletes. Fue un peón aislado, pasado e incluso coronado. Este último rol era el que más le gustaba, aunque tenía que salir del tablero, como buen caballero, todo lo hacía por su preciosa dama.
Superó las modas, llegaron piezas fabricadas con diferentes maderas, en mate, brillantes, piezas de plástico, plomadas, pero él y sus compañeros permanecieron en el club pasando por muchas manos.
Manos ásperas o delicadas, pequeñas o grandes, tersas o arrugadas, prudentes o sacrificadoras, pero todas lo deslizaban como la culminación de una idea mental. Ahora en su senectud sabe que su destino viene gobernado por la persona que ordena la jugada. Y contento cada noche duerme en su caja, sabiendo que es el alma del ajedrez.
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